sábado, 8 de mayo de 2010

CUSTODIO AEQUINA: LLÉNENSE CON LA FUERZA DE LA NATURALEZA

Ayer estuvimos de visita en una cueva en la que se había realizado un descubrimiento arqueológico en el que Igneón participó. Un vecino del lugar había salido a pasear y se encontró con unas pinturas en roca. Avisó a los entendidos, empezaron a excavar y a 5m de profundidad encontraron útiles, collares, y restos de un animal extinguido hace 10.560 años.


Mientras estábamos allí, visitando el lugar, sentí una llamada hacia un lugar desde donde se divisaba la Laguna del Trébol. Allí sentí claramente una presencia. Era un Vigía que oteaba el horizonte espiritual. Me decía que cuando se descubrían restos de pueblos de la antigüedad, los entendidos deducían cosas según los útiles encontrados, pero que sería mucho más fácil estar en el corazón y, desde ahí, preguntarles a ellos directamente, como habíamos hecho nosotros.


Lo interesante de todo esto es que ellos también pasaron por un cambio de Ciclo de la Tierra, después del cual muchos de ellos se fueron con ese orden o limpieza a través de sus elementos, como nos contaron, y otros se quedaron en espíritu en el mismo lugar en el que vivieron físicamente, custodiando una sabiduría que desean legarnos. Nos aconsejan qué hacer para pasar mejor este cambio que ellos aceptaron como un ordenamiento de la Naturaleza de Gaia. Nosotros tenemos una oportunidad única, ya que somos los primeros seres humanos que tenemos la oportunidad de pasar conscientemente por esta Ascensión junto con la Tierra.


Custodio-Guía: Hola hermanos, muy pocos nos perciben y, desde luego, muchos menos nos reciben.


Estamos inmensamente agradecidos por el interés que os hemos despertado. Es para nosotros un verdadero honor compartir este momento con quienes hoy nos suceden en este Hogar.


Soy Aequina, y he permanecido como Custodio y Guía de esta porción del pueblo que durante tanto tiempo formó parte de la vida de la Tierra.


Mi función específica es la de otear el horizonte espiritual.


Por la gran agua (Laguna del Trébol) llegaban quienes enriquecían nuestra estancia y también quienes en su luz nos brindaban la conexión profunda con aquel que es siempre nuestro Gran Guía, nuestra vida.


Por este lugar han venido muchos estudiosos que nos miran a través de los ojos enturbiados por su forma de vida y así tratan y han tratado de hacerse una idea de cómo vivíamos, qué comíamos y, tal vez, en qué creíamos.


Ven nuestras pinturas en la roca, los restos de alguna comida, los fuegos y sus cenizas y buscan darle un sentido a eso que encuentran y nosotros estamos ahí acompañándoles, mirándoles en sus ropas, en sus herramientas, en lo que comen y vemos que, en esencia, son igual a nosotros, con iguales necesidades.


Sin embargo, ellos, ustedes, hoy podrían saber hasta el último detalle de cómo vivíamos, en qué creíamos, qué nos pasaba, nuestras alegrías, nuestras penas, nuestra Cosmovisión. Para eso no tendrían más que respirar profundo, mirar al corazón y dejar que nosotros les habláramos (emocionado).


Perdónenme hermanos, pero han sido tan pocos los que nos han escuchado, que no puedo por menos que emocionarme.


Cuando desaparecimos, grandes humos de la Tierra cubrieron nuestras vidas. La Madre Vital (la Tierra) necesitaba ordenarse. Muchos de nosotros nos fuimos con ese orden y otros permanecimos aquí, custodiando una sabiduría que ahora queremos entregar, pues hay un nuevo período de orden natural, que al igual que nosotros entonces, ustedes ahora han de experimentar.


Nuestro mensaje es muy sencillo: Llenen sus corazones con paseos de paz, con la fuerza aquietante de la Naturaleza, llénense de su sabiduría, pues eso les permitirá ir a ese remanso cuando en el exterior la Naturaleza busque su nuevo equilibrio.


Miren el horizonte y despejen de él todo aquello que obstruye la visión de la Verdad, todo aquello que les impide percibir la Verdad que ya está en ustedes.


Yo me ofrezco a entablar contacto con quienes de ustedes busquen conectarse conmigo.


Estoy aquí, siempre oteando este horizonte que supe despejar para ver la Verdad que en definitiva permite ser, sencillamente SER.


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