viernes, 8 de enero de 2010

MUJERES KOGI, CUSTODIAS DE LA VISIÓN DEL CORAZÓN

Inneé: Han venido a presentarse las hermanas de la etnia Kogi. Bienvenidas y les damos voz para que puedan expresarse a través de la ‘Voz del Amor’. He oído que la etnia Kogi es la Guardiana del Orden Cósmico...


Anciana Kogi: Gracias querida hija por darnos la posibilidad de expresarnos, de traer nuestro mensaje de la tierra, el mensaje femenino de la tierra.


Aires de cambio son los que están sintiéndose y esta bendita Tierra no escapa de ello.


Aquí la Madre Terrestre está pasando por un proceso de depuración, de limpieza, de purificación; proceso que sus hijos han de seguir y que ya estamos transitando. Dejar lo viejo, dejar aquello que ya no sirve, que se ha convertido en algo cómodo, pero que no por ello es bueno. Ha llegado el tiempo de soltar esa limitación; dejar de imaginar que el humano es un ser limitado, pequeño, casi inútil, para asirse y asumir de que en realidad es un ser bellísimo, magnífico, expansivo en su esencia.


De la mano de la luz, este universo fue transitando por el olvido de la gran Madre, en la negación del amor, en la negación de la unidad, para conocerse desde un aspecto irreal; un aspecto parcial que no incluye, que sólo busca el logro personal, no el logro de la unidad.


Nosotros estamos aquí presentes, las mujeres Kogi que portamos el estandarte de la Conciencia Femenina, que se expande tanto en el corazón del hombre como en el de la mujer que se abren a su propio ser.


Así se inicia el sendero del retorno, del retorno a la inocencia de sentirse Uno con ‘Todo lo que Es’. De buscar esa unión, esa bendita unión, que los recibe con los brazos abiertos en el abrazo que da saberse parte de ‘Todo lo que Es’.


Ese tránsito es el que está encarando toda la Humanidad, toda ella, en un estado de conciencia que se habilita más y más, que está ahora abriéndose al crisol de amor que le dio la vida y al que vuelve, inexorablemente, gracias a la participación de la MadreCreadora, la Divina Diosa, que en su infinito amor nos está llamando, nos está conduciendo de retorno a ‘Todo lo que Es’.


Es la bendición del Divino Femenino, del ser que contiene el misterio de la vida, misterio que sólo se revela a quines se rinden al curso del corazón, donde la Madre Divina mora y espera a cada uno de sus hijos en el día en que nuevamente sean uno con ella.


Inneé: Gracias hermanas Kogi. Los Kogi no sois muy conocidos- sois mencionados en el libro de Drunvalo: ‘El Espacio Sagrado del Corazón’, pero yo no sabía antes de vuestra existencia. ¿Me podríais decir qué característica tiene vuestro pueblo?


Anciana Kogi: Este pueblo vive en el anonimato de la inocencia. Dirigido por la guía del amor, por un Consejo de Ancianas Sabias que conducen a nuestro pequeño pueblo por la senda de la experiencia rendida al corazón. Cantamos la gracia de la vida que nos envuelve, que nos llama, que nos hace uno con ella.


Inneé: Creo también hermana, que ayudáis a los niños desde chiquititos para que aprendan a ver con los ojos del corazón, en lugar de que hagan prevalecer sus ojos físicos. La vista de sus ojos físicos la circunscribís a la de los ojos del corazón; ¿no es cierto?


Anciana Kogi: El tener una experiencia encarnada es, en buena medida y principalmente, una experiencia hacia lo externo, hacia lo que está fuera del ser. Los sentidos del cuerpo nos conectan con ese mundo, que es nuestra propia creación, en el que tenemos las experiencias que necesitamos, y que nuestro ser pone delante de nosotros para que podamos experimentarlas y de ellas obtener un aprendizaje, aprendizajes que después enriquecen al ser que sostiene esta vida.


Los niños, desde muy pequeños en esta comunidad, son conducidos a volver a su interior, a no dejarse llevar por las percepciones sensoriales. A no suponer y a no creer, a no ilusionarse con que lo que los sentidos dicen que es la verdad, sino que descubran que en realidad es una apariencia con forma de verdad, que el mismo ser ha elaborado para poder desarrollar su propia experimentación.


Estos niños, desde pequeños, son llevados a recordar quienes son, a encontrarse consigo mismos, a no depender de los sentidos para determinar su realidad, sino a depender de su sentido interior para hacerlo.


Inneé: Muchas gracias por alumbrarnos sobre esto que leí sobre vosotros en el libro de Drunvalo y que me gustó. Ahora hace mucha falta volver nuestra visión hacia el corazón, que es donde está la verdadera realidad. Muchas gracias, hermanas Kogi.

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