miércoles, 13 de enero de 2010

EL ARROYITO DE NUESTRO HOGAR

Igneón: Querido arroyito que corres junto a la casa donde vivo, quiero invitarte a vengas a charlar un rato conmigo. Siento que tienes algo para compartir. ¿Tienes un momento para dialogar?

ARROYITO: Sí, Igneón, claro que lo tengo. Hace varios años que tú me invitaste a correr y cantar en tu corazón, que has sido el primer humano que ha puesto su corazón en mí. Con todo mi amor canto cada día en ese enorme corazón que tienes. Hoy tengo el honor y orgullo de poder hablar contigo.

Este arroyito que nace, que soy yo, de las entrañas arriba en lo alto de esta montaña, y tú que vives a mi costado, en el fondo del valle, tenemos una gran similitud. Si me lo permites, me gustaría comentarte cómo es.

Igneón: Sí, arroyito, tu cantar es sabio, tu cantar trae frescura.

ARROYITO: Hace como dos o tres días a hoy, has estado, Igneón, pidiéndome que no me vaya antes de que llegue tu bella princesa; ese P9160065 amor tan divino que has invitado a compartir contigo en tu casa.

Sabes, nada me gustaría más, pero también es cierto, también es cierto, que día a día, como tú lo notas, estoy mermando, estoy haciéndome más pequeño, menos caudaloso y sí, estoy en franca retirada.

Es curioso que esto suceda así a los ojos de ustedes, los humanos. Pues que así sea es parte de los pulsos vitales, de los pulsos de la vida. Es como la sangre que bombea en tu corazón, que en un momento fluye con toda la fuerza, y hay un instante en que se detiene para luego volver a moverse. Esos pulsos son la vida, esos pulsos te van indicando los momentos de andar y de detenerte, de respirar hondo, mantener el aire y liberarlo. Cada uno de esos pulsos integra al ser que cada uno es.

Yo puedo ser todo lo caudaloso, impetuoso y fuerte que suelo ser cuando el agua abunda en mí. Hecho que te ha llevado a tener que reparar todo un cerco que yo arrasé. Que nada que se interponga a lo que es, puede durar demasiado.

Ese cerco que he roto, simplemente te reflejó, te ayudé a ver que tú mismo habías volteado el cerco interior. Porque en la vida no existen los cercos, solamente existe la verdad. La verdad es una sola vista con los ojos de cada uno que lo habitan. Pero esa verdad, aunque tenga muchas facetas, sigue siendo una. En cada momento, en cada pulso, en cada avance se da ese paso hacia la integración de todos los aspectos que hacen a la verdad.

Yo estoy aquí, como me ves hoy, en esta tarde de primavera, corriendo, cantando, feliz, alegre, pleno, bajando entre las raíces de los coihues, saltando de una raíz a otra, formando pozones, desbordándome de alegría, en busca de un río más grande adonde entregarme. Pero si no lo encuentro, está la madre, está la Tierra, a la que embebo con toda mi vitalidad. Sé que en algún momento volveré a la naciente, nuevamente al comienzo.

Esa es la enseñanza que llevamos todos los arroyos, todos los ríos, todas las corrientes de agua, porque representamos la emoción, ese sentir que va corriendo. Puede ser impetuoso o suave, pero siempre se va moviendo, siempre avanza. Busca entregarse plenamente una y otro vez, entregarse a otro. No se traza un camino a sí mismo; ni yo he trazado mi recorrido, sino que me he dejado llevar por los espacios de menor resistencia. Esa es la enseñanza: el agua que yo soy jamás busca superar resistencias, lo único que hace el agua que me compone, es buscar el espacio de menor resistencia. Por eso es tan cómico verlos a ustedes tantas veces tratando de mantener un control en lo que les es imposible controlar; van poniendo tapones en las fisuras, cuando las fisuras los llevan a la libertad, a ver la verdad. Se pasan la vida taponando la verdad, cuando les sería más fácil hacer como hago yo, que me dejo llevar por la pendiente y busco seguir avanzando por el espacio de menor resistencia, abrazando lo que llega. Yo no sé cuándo viene la siguiente curva, qué obstáculo voy a encontrar, si tengo que dar un salto enorme o uno pequeño, si voy a quedar en un remanso, si me voy a meter en un meandro. Tampoco sé si voy a terminar yaciendo dentro de un río mayor, pero sí sé, no importa dónde quede, que volveré a la fuente, que volveré al lugar de donde provine.

Esta es mi pequeña reflexión que yo quiero compartir contigo hoy y que puede llegarles a aquellos que quieran leerla, porque en este bajar, en esta andar, voy cantando a cada pedacito de suelo que embebo; canto en cada roca que encuentro, canto en el salto entre raíces, canto porque estoy vivo, canto porque soy libre. Tú y todos los demás humanos también lo son, pero se resisten, ponen resistencias a quienes verdaderamente son. Son, al igual que yo, una parte del Todo, que andamos, que tenemos experiencias, pero que volvemos, aunque pareciera que cada vez nos alejamos más, en realidad estamos todo el tiempo regresando a donde provenimos.

Igneón, sigue como hasta ahora, que ya has roto el cerco, vienes andando. Hay una luz muy fuerte que te indica el encuentro con esa otra gota que al fusionarse son esa totalidad quienes son; los seres que ponen en el corazón la verdad de todo lo que es.

Quien vive en el corazón es un ser sagrado, y esta Tierra está llamada a ser pisada únicamente por seres sagrados, únicamente por quienes viven en el corazón.

Pido también, mientras sigo bajando entre curvas, meandros, caídas y remansos, pido también a cada uno de ustedes que abra el cerco, que se deje llevar. Dejen de poner tanta energía en tapar fisuras, porque ellas están justamente para hacerlos libres.

Gracias Igneón, por darme este espacio, gracias por invitarme a cantar en el corazón y gracias por compartir esto con aquellos que como tú, están dejando los cercos atrás.

1 comentario:

  1. Gracias Igneón por éste bello relato con tú amigo el arroyito, esa sencillez y natural conversación con los elementos me ha llegado muy hondo. Como me gustaría a mí, poder hablar así como tú lo haces con esos seres puros y bellos, bueno quizás algún día pueda, no?.
    No había tenido la oportunidad de leerlo, me alegro de haberlo encontrado mí querido amigo Igneón.
    Un fuerte abrazo.
    Tony de Pablo.

    ResponderEliminar